El golpe fallido en Turquía evidencia a un presidente autoritario

Seguidores del actual presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan / AFP

El intento de golpe de Estado ha hecho que se cuestione la continuidad en el poder de Recep Tayyip Erdogan, un influyente líder que desde 2002 ha gobernado Turquía con mano dura, enfrentándose en algunos casos a militares, rivales políticos y a la prensa.

ANKARA – El intento de golpe de Estado en el que se ha visto sumido Turquía ha hecho tambalearse los cimientos de un presidente, Recep Tayyip Erdogan, que ha pasado en una década de ser la gran esperanza de democratización turca a un firme defensor de la acumulación de poderes y del puño de hierro.

Erdogan, de 61 años, comenzó su prometedora carrera política en el activismo islamista durante la década de los setenta, pero no fue hasta 1994 cuando dio el salto a la primera línea y se convirtió en alcalde de Estambul. El golpe de 1998 supuso un paréntesis en su ascenso -incluso llegó a pasar cuatro meses encarcelado- y en 2001 fundó la formación política con la que lo ha conseguido todo: el Partido Justicia y Desarrollo (AKP).

La sólida victoria del partido en las elecciones parlamentarias de 2002 aupó a Erdogan a la jefatura del Gobierno, un asiento que no abandonaría hasta once años después. Lo hizo para ser en 2015 el primer presidente elegido por voto popular en la historia de Turquía y con el claro mensaje de que quería reconvertir un cargo que hasta entonces era ceremonial para dotarlo de plenos poderes políticos.

De joven activista a presidente

Entre el joven activista y el presidente omnipresente hay unas cuatro décadas y una evidente evolución política marcada en todo momento por el pragmatismo. Así, Erdogan ha sido capaz de vender a Turquía como ejemplo de éxito democrático islamista, a base principalmente de prometer reformas con las que el país, Estado miembro de la OTAN, incluso aspira a entrar en la Unión Europea.

Erdogan, rebautizado como ‘El Sultán’ por sus seguidores, ha abogado una y otra vez por modificar la actual Constitución para que sea el presidente -y no el primer ministro- la autoridad más importante del Estado. La oposición se opone a concederle más poderes, pero Erdogan ya se ha convertido en la práctica en quien toma las decisiones, algo que quiso dejar claro también dentro de las filas del AKP con la dimisión del primer ministro, Ahmet Davutoglu, en mayo de esta año.

Ya pocos cuestionan siquiera un palacio presidencial de casi 600 millones de euros y más de un millar de habitaciones, ejemplo de extravagancia y poder a partes iguales y símbolo de un mandatario que se presenta como el garante de la estabilidad política y económica de un país aún por eclosionar.

Supervivencia política

No en vano, Erdogan ha sobrevivido políticamente a las mayores protestas antigubernamentales de la historia reciente turca -las de 2013 en el parque Gezi- y a todo tipo de escándalos que van desde la corrupción al abuso de poder, desde la ‘islamización’ social a una a veces controvertida política exterior.

Erdogan pueden presentar como aval sus logros económicos, marcados por un crecimiento del PIB constante que ronda una media anual del 4,5 por ciento. Además, ha logrado contener la inflación galopante de la década de los noventa, si bien los datos macroeconómicos recientes han mostrado algún síntoma de desgaste.

Represión contra los críticos

Muchos de los compromisos de Erdogan y su entorno, sin embargo, han caído en saco roto y la acumulación de poder por parte del AKP se ha traducido también en una creciente represión de las voces críticas que se ha intensificado en los últimos años.

Erdogan ha promovido una purga en instituciones como la Policía, las Fuerzas Armadas y el sistema judicial, para combatir una «estructura paralela» que, según su versión, está comandada desde el exilio por el clérigo Fetulá Gulen. Más de 200 militares fueron detenidos por un supuesto complot antigubernamental destapado en 2011.

Periodistas y medios críticos por el Gobierno han desfilado ante los tribunales, los mismos que también ha visto sentarse en el banquillo a políticos laicos o prokurdos. El AKP ha promovido este año el levantamiento de la inmunidad para todos los diputados del Parlamento con causas pendientes con la Justicia.

Desde 2015, Erdogan también se ha fijado el objetivo de ganar su «doble guerra» contra el terrorismo, en la que por una parte figura el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y, por otra, el grupo yihadista Estado Islámico. Ambas organizaciones han perpetrado duros y simbólicos atentados en territorio turco; uno de los últimos contra el aeropuerto Ataturk de Estambul el 28 de junio.

Convulsión en un país clave para la UE

Soldados y leales al presidente Erdogan en la plaza Taksim de Estambul.
Soldados y leales al presidente Erdogan en la plaza Taksim de Estambul. /SEDAT SUNA EFE
JOSÉ IGNACIO TORREBLANCA

La intentona de golpe en Turquía añade un factor más, y muy grave, de tensión y desestabilización en un país clave para la Unión Europea. En un momento en el que la UE se encuentra sometida a presiones múltiples, desde el desgraciado resultado del referéndum británico a la crisis migratoria, pasando por la amenaza del terrorismo yihadista, lo último que podríamos imaginar tener que enfrentar es una desestabilización tan profunda de un país esencial.

Pese a la firmeza y las maneras autoritarias de Erdogan, y aún teniendo en cuenta la solidez de la posición geopolítica del ejército turco como bastión oriental de la OTAN, Turquía está demostrando ser un país enormemente frágil, atravesado por importantes tensiones políticas, económicas y sociales. Erdogan, que cuando comenzó la primavera árabe en 2011 se vio a sí mismo como el renacido líder del mundo musulmán, incluso acariciando la idea de un renacimiento neo-otomano, se ha visto progresivamente aislado, tanto en casa como internacionalmente.

En casa ha acosado a la oposición política, hostigado a los medios críticos y perseguido a periodistas, académicos y organizaciones de la sociedad civil. También ha logrado descarrilar el proceso de paz y de reconciliación con los kurdos y poner en cuestión las instituciones independientes, desde el Banco Central a los tribunales de justicia y la administración.

En el exterior, el récord de Erdogan no ha sido menos polémico. De una política exterior basada en el lema de “cero problemas con los vecinos”, ha entrado en una dinámica de confrontación con todos ellos, especialmente con países clave como Rusia, Irán e Israel, que solo recientemente ha intentado reconducir. Su empeño en el derrocamiento de Asad en Siria no solo ha sido fallido, pues el dictador sirio sigue en el poder, sino que ha generado profundas divisiones internas. Y además de granjearse la enemistad de kurdos e iraníes, ha atraído para sí el foco del terrorismo del Estado islámico.

Con Europa, las torpezas de Erdogan han llevado a una relación envenenada en la que, a pesar del inmenso servicio humanitario prestado por Turquía en cuanto al alojamiento de cientos de miles de refugiados sirios, Erdogan ha logrado quedar como un líder autoritario, arrogante y poco cooperativo. En último extremo, Turquía y Alemania se han visto forzadas a un entendimiento tan realista como cínico, pero sobre el que ninguna de las dos partes ha sido capaz de mostrar el más mínimo entusiasmo. Si una Turquía en deriva autoritaria liderada por un Erdogan arrogante y conflictivo era un problema, lo que aparece en el horizonte, es decir, una Turquía desgarrada por un profundo conflicto civil y militar, es una auténtica pesadilla que una Europa desbordada por las crisis difícilmente va a ser capaz de gestionar

La población repudia en la calle el golpe militar en Turquía

  • Miles de personas se han echado a la calle en Ankara y Estambul, tras el llamamiento del presidente Erdogan, para frenar la intentona golpista liderada por una facción del Ejército turco.
Ciudadanos al paso de un tanque en Estambul / Agencia AP
AGENCIAS

ESTAMBUL – Un golpe de Estado ha sumido esta noche a Turquía en una situación caótica. Sectores de las fuerzas armadas turcas se sublevaron para tratar de hacerse con el poder en el país y decretaron la ley marcial. El Ejecutivo intentó sofocar la revuelta y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, pidió a sus partidarios que salieran a las calles para frenar la sublevación, como así comenzó a ocurrir. A través de la televisión se pudo ver cómo los golpistas comenzaban a ser detenidos y los militares eran expulsados del canal de televisión estatal desde el que estaban controlando la información.

El llamamiento de Erdogan, a frenar como fuera la asonada derivó en enfrentamientos a tiros en Ankara y Estamubul. La agencia progubernamental Anadolu informó que 17 policías de las fuerzas especiales fueron asesinados en una academia policía en Ankara. En esa misma ciudad varios tanques dispararon en las inmediaciones del Parlamento turco, según se pudo ver a través de la televisión, y un avión de combate utilizado por los golpistas fue derribado.

El Gobierno lanzó la ofensiva contra los sublevados y pidió ayuda de los ciudadanos, a los que animó a “saltar sobre los tanques”. La imagen de un hombre encarando a los tanques que avanzaban se hizo tremendamente popular en redes sociales. Las mezquitas llamaron también a los fieles a resistir el golpe. El centro nacional de inteligencia, cuando miles de personas salieron a las calles, dijo que el golpe había fracasado.

La asonada también tuvo un despliegue en Estambul, donde los fuerzas militares cortaron el acceso a los puentes sobre el Bósforo. Las redes sociales fueron bloqueadas y la televisión estatal dejó de emitir. La situación era de extrema confusión desde que esta noche el Gobierno denunciara la asonada.

Poco después de esa amenaza, los militares golpistas leyeron en la televisión pública un comunicado en el que aseguraban tener el control del país. Erdogan, a quien la crisis le sorprendió fuera de la capital, asegura que está regresando y que el golpe no va a triunfar. Lo ha hecho a través de un teléfono móvil que ha mostrado la cadena CNN turca. “Tarde o temprano será eliminado. Voy a volver a Ankara”, ha agregado el presidente.

El primero en reconocer que el Gobierno estaba intentado ser apartado del poder fue el primer ministro turco, Binali Yildirim. “Se trata de un grupo dentro del Ejército que se ha alzado”, dijo el jefe de gobierno, quien admitió que esos militares habían “rodeado algunos edificios importantes”. “Quienes lo han hecho pagarán un alto precio. No haremos concesiones en la democracia”, prometió Yildirim.

Los militares sublevados, desde el principio de la la sublevación, se hicieron con el control de la televisión, desde la que comenzaron a lanzar mensajes. Desde ahí anunciaban que decretaban el toque de queda y los aeropuertos quedaban clausurados.

Afirmaban que Erdogan era un “traidor”, y lo han acusado de haber establecido un “régimen autoritario del miedo”. Los militares sostenían que el país, a partir de ahora, sería gobernado por un llamado Consejo de Paz en Casa. Horas después, los golpistas fueron expulsados del lugar y el canal retomó su retransmisión con normalidad.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha llamado a evitar “cualquier violencia y derramamiento de sangre” en Turquía y ha declarado su respaldo al “Gobierno turco democráticamente elegido”. Rusia, por su parte, hizo un llamamiento en favor del respeto de la ley.

 

El presidente de Francia paga 10.000 euros mensuales a su peluquero

  • Desde 2012, el presidente francés tiene un peluquero 24 horas a su disposición que cobra casi 9.895 euros brutos al mes del dinero público
Francoise Hollande en su despacho del Palacio del Elíseo en París, Francia / AFP

PARIS, FRANCIA (AFP) – El presidente francés François Hollande tiene contratado a un peluquero desde que fue elegido en 2012 por un sueldo mensual bruto de 9.895 euros (10.945 dólares), publicó este miércoles el semanario satírico Le Canard Enchaîné.

El sueldo del peluquero del presidente, que fue confirmado por el gobierno y que se aproxima a lo que gana un ministro, ha levantado indignación y burlas en las redes sociales.

El contrato de trabajo de Olivier B., «peluquero personal del jefe de Estado», fue firmado el 16 de mayo de 2012 por la entonces directora del gabinete del Elíseo, Sylvie Hubac, precisa el semanario.

Este documento estipula que Olivier B. está contratado «por la duración del mandato presidencial en curso». Según Le Canard Enchaîné este «contrato temporal de cinco años le supone una remuneración bruta acumulada de 593.700 euros», unos 656.500 dólares.

Los honorarios van acompañados de una «eventual ‘asignación para vivienda’ y otras ‘ventajas familiares'», agrega la publicación.

«Lo que se ha dicho es cierto», declaró el portavoz del gobierno, Stéphane Le Foll, tras un consejo de ministros, confirmando «que hoy hay un peluquero en el Elíseo, lo cual no era el caso antes».

«Puedo entender las preguntas, puedo entender que haya juicios de valor», agregó. «Todo el mundo se peina, ¿no?, dijo Le Foll, «no una persona cualquiera, eso es todo», concluyó.

Un diputado del ultraderechista Frente Nacional (FN) se refirió al presidente socialista como «su majestad» en Twitter, mientras otros usuarios superponían pelucas afro y otros peinados extravagantes sobre imágenes del presidente para «ayudar al peluquero a ganarse su sueldo».

La etiqueta #Coiffeurgate era tendencia en Twitter en Francia este miércoles.

El semanario precisa también que Olivier B. debe estar totalmente disponible y acompaña al presidente durante la mayoría de sus viajes.

El contrato del peluquero estipula además que «debe guardar un secreto absoluto sobre el trabajo que haya realizado durante y después de su contrato».

Estas revelaciones afectan la muy deteriorada imagen de Hollande, elegido en 2012 prometiendo ser un «presidente normal», lejos del estilo ostentoso y muy criticado de su predecesor de derecha, Nicolas Sarkozy.

El PSOE prepara el ‘no’ a la investidura de Rajoy en España

  • La dirección del Partido Socialista Obrero de España (PSOE) insiste en que no permitirá que el Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy se perpetúe en el poder, pese a las voces que plantean dejar que siga en el Gobierno para evitar terceras elecciones

 

 

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MADRID – El Partido Socialista Obrero de España dijo que no va a facilitar la investidura del presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy y, por esta razón, fuentes de la dirección socialista aseveran que el partido no entiende por qué el líder del Partido Popular desea esperar al Comité Federal para llamar al cabecilla de los socialistas, Pedro Sánchez, puesto que su posición va a seguir siendo la misma.

 

De acuerdo con estas fuentes, el Secretario General del Partido Socialista Obrero de España está dispuesto a reunirse con el líder del Partido Popular, pero le aconseja que, cuando llegue el momento de esa reunión, tenga una mayoría articulada con sus afines ideológicos, debido a que no puede contar con los socialistas para en continuar en La Moncloa.

De hecho, han defendido que no se entiende que, una semana luego de las elecciones del 26 de junio, su única cita política sea con Coalición Canaria. El día de mañana va a recibir en Moncloa al presidente del Gobierno de Canaria, Fernando Clavijo, y al secretario general del partido, José Miguel Barragán.

De esta manera se anima a Rajoy desde Ferraz, a que no dilate más estas negociaciones y a ponerse manos a la obra en la búsqueda de esa mayoría alternativa, en la que los socialistas estiman que debería mirar a Ciudadanos y a formaciones nacionalistas de derecha.

Lo que debe tener claro es que el Partido Socialista Obrero de España y su Secretario General le van a “decir que no”. De esta forma, la dirección socialista ha descartada que vaya a haber cambios importantes en el siguiente Comité Federal, que se va a reunir el próximo sábado por primera vez luego de las elecciones del pasado 26 de junio.

Ese día, Pedro Sánchez se va a dirigir a sus compañeros, luego de haber hablado con los dirigentes territoriales del partido para solicitar su opinión sobre el escenario político abierto luego de los últimos comicios electorales.

Hasta ahora, existe práctica unanimidad entre los socialistas en no facilitar el Gobierno a Rajoy. El único “barón” que se manifestó a su favor para permitir la investidura fue el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, que el mismo lunes después de las elecciones generales ha abogado por permitir gobernar al Partido Popular.

La incógnita para formar gobierno en España es el PSOE

En imagen, Pedro Sánchez, secretario general del PSOE / EFE
ANDRÉS TORREJÓN

MADRID – Tras el veredicto de las urnas en España, la incógnita es ahora si el país tendrá por fin Gobierno. El resultado de las segundas elecciones en seis meses refuerza a Mariano Rajoy, a quien muchos daban por acabado en estos comicios, pero en la nueva etapa en la que entró el país en diciembre, ser el más votado ya no es garantía de nada.

«Reclamamos el derecho a gobernar porque hemos ganado las elecciones», proclamó Rajoy al reivindicar su victoria en la medianoche ante miles de seguidores congregados ante el cuartel general del conservador Partido Popular (PP) en Madrid.

La clave está, de nuevo, en el PSOE, que tiene la llave de la gobernabilidad con su apoyo o con su abstención a un gobierno del PP. Y en el apoyo de grupos moderados como pudieran ser PNV o los partidos canarios.

Negociar es la única opción que ahora tiene el país para poder formar un Gobierno sin el que lleva seis meses.

El PSOE pone a su abstención el precio más alto, la única posibilidad que dejan abierta es que de aquí a la investidura Rajoy casi deje de ser Rajoy. «El PSOE no facilitaría el gobierno de Rajoy, no sé si de aquí hasta entonces Rajoy puede variar mucho sus posiciones, su modo de entender la política o incluso estarían dispuestos a aceptar condiciones que hoy por hoy no aceptarían», ha señalado García-Page.

Los presidentes autonómicos socialistas dicen que no van a ser cómplices y advierten que hay líneas rojas que no están dispuestos a pasar. «Nosotros no podemos ser cómplices de políticas de sufrimiento y a partir de ahí yo quiero que España tenga un gobierno y que lo tenga cuanto antes», explica Susana Díaz.

Así que si Rajoy quiere gobierno le toca, dicen, levantarse del sofá, descolgar el teléfono, pero no para llamar al PSOE sino para intentarlo con otros. «Hay una mayoría de derechas en el parlamento y es por ahí lo que debe intentar Rajoy en primera instancia», señala Ximo Puig.

Mientras los líderes regionales socialistas dan su opinión, Pedro Sánchez guarda silencio y en público no se ha pronunciado sobre qué debe hacer el PSOE, su último discurso fue la noche electoral y no admitió preguntas.

España deberá atravesar un complejo proceso para formar un gobierno

Ningún partido obtiene la mayoría para gobernar en solitario y los pactos para formar Gobierno se enfrentan a los mismos vetos que en las pasadas elecciones.

GOBIERNO ESPAÑA
El presidente en funciones del gobierno español, Mariano Rajoy, y el líder socialista, Pedro Sánchez / AFP

MADRID – Seis meses después de unas elecciones que no permitieron a ningún partido formar gobierno, España se halla, de nuevo, ante un bloqueo institucional.

El presidente en funciones y líder del Partido Popular (PP, derecha), Mariano Rajoy, reclamó el lunes el derecho a encabezar el próximo Ejecutivo tras los comicios del domingo. Su razón: los españoles «han hablado» y reforzaron su confianza en el PP, que consiguió 137 bancas, una ganancia de 14 respecto a diciembre.

Empero, ese triunfo es insuficiente pues dejó a los populares muy lejos del número mágico: 176 escaños para tener la mayoría absoluta y poder gobernar solo.

Las legislativas del domingo introdujeron variantes en la representación de los partidos en el Congreso de los Diputados (350 miembros), pero mantuvieron la fragmentación que surgió de la consulta de finales del año pasado y que amenaza con llevar al país a un nuevo impasse.

Al no tener esa cuota, Rajoy sabe que tiene que negociar y ya extendió su mano «para formar ese gobierno que garantice la estabilidad que España necesita».

Luego de una reunión de la dirección de su partido, el presidente confirmó que asumirá la responsabilidad para formar gobierno y se mostró abierto a «hablar con todos» para acabar con el bloqueo, pues una convocatoria a unos terceros comicios sería «algo inaudito e irresponsable».

«Ofrezco mi mano a los partidos moderados para que hagamos juntos lo que nos están pidiendo los españoles. El Partido Popular sigue dispuesto a hablar y a pactar».

«La primera prioridad -dijo- es que se forme gobierno, no podemos estar siempre en una situación como esta, no es bueno para España.

La segunda, de acuerdo con el político conservador, «es que ese gobierno sea estable, con un programa de gobierno pactado para cuatro años».

Sin embargo, las apelaciones de Rajoy no encontraron eco. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE, segunda fuerza política)  ha cerrado la puerta a la gran coalición. El líder socialista, Pedro Sánchez, ha traslado a la cúpula de su partido que no piensa acceder a la fórmula propuesta por el PP. Pero, es más, los socialistas han avanzado que no van a apoyar ni a abstenerse en la investidura de Rajoy. Dicen que debe ser el líder del PP quien tome la iniciativa y busque apoyos entre sus “afines, donde no está el PSOE”.

Chernobyl, a 30 años de la catástrofe nuclear

  • Este 26 de abril se cumplen 30 años de la catástrofe nuclear de Chernobyl, la más grande de la historia, cuando una explosión liberó una radiación superior a 500 bombas atómicas.
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Una vista aérea del reactor cuatro de la central nuclear ‘Vladimir Illich Lenin’ de Chernobyl en Prípiat, 26 de abril de 1986.

KIEV — El fin del mundo llegó silenciosamente a Prípiat en la Unión Soviética (Hoy Ucrania) un soleado día de primavera. Durante toda la jornada del 26 de abril de 1986, por las calles de esa ciudad soviética circuló el tráfico vehicular. Los comercios permanecieron abiertos y los medios de comunicación continuaron con su programación habitual. Incluso los capullos de las flores y las recién nacidas hojas de los árboles reforzaban la impresión de que todo rebosaba de vida. Sin embargo, las horas de la ciudad estaban contadas y la vida de sus habitantes no volvería a ser la misma.

De la noche a la mañana, la moderna Prípiat se transformó en el sitio más insalubre del planeta, por lo que pronto sus habitantes se convirtieron en los primeros refugiados atómicos de la humanidad. Aunque ellos no lo sabían, esa madrugada había explotado el reactor cuatro de la central nuclear Vladimir Illich Lenin de Chernobyl, la más potente de Europa y una de las joyas del complejo industrial soviético.

Treinta años después de la tragedia es imposible exagerar la gravedad de esos hechos o sobrevalorar sus consecuencias. Por un lado, las emisiones radiactivas debidas a la fusión del núcleo del reactor acabaron con la vida de más de 90.000 personas, dejaron 350.000 desplazados, produjeron millones de cánceres, propiciaron miles de malformaciones genéticas, y convirtieron en un antro reactivo un área del tamaño del departamento del Atlántico.

Hoy es ampliamente aceptado que el accidente contribuyó a la caída de la Unión Soviética. Junto a la guerra de Afganistán, que desde 1986 se convirtió en un lastre para el Ejército Rojo.

Sin embargo, el accidente de Chernóbyl no solo partió en dos el siglo XX, sino también la historia de la humanidad. De hecho, el accidente de la madrugada del 26 de abril abrió la caja de Pandora de un horror hasta entonces desconocido. Como dijo a FP Svetlana Alexiévich, autora de Voces de Chernóbyl y ganadora del Premio Nobel de Literatura de 2015, “la gente no está hecha para percibir todo el peligro que entraña Chernóbil. Este no trajo bombardeos, ni fuego. La amenaza que representa no se puede ver, ni sentir, ni escuchar. El peligro adoptó formas nuevas”.

Un Big Bang apocalíptico

Irónicamente, un test de seguridad mal planeado y peor ejecutado desencadenó el mayor accidente nuclear de la historia. Un ensayo que no buscaba reparar un daño, sino simplemente poner a prueba la capacidad del reactor de funcionar con un generador de diésel tras un apagón eléctrico. De hecho, el ensayo comenzó el día anterior –el 25 de abril– y debía terminar antes del atardecer. Pero una falla en una planta eléctrica local obligó a aplazarlo varias horas, lo que tuvo dos consecuencias importantes.

Por un lado, una parte del equipo que debía realizar la operación había encadenado tres turnos y llevaba más de 15 horas trabajando. Por el otro, algunos de los miembros que habían relevado a sus exhaustos colegas no tenían ni la experiencia ni los conocimientos necesarios para realizar la prueba, lo que contribuyó a agravar la cadena de errores que condujo a la catástrofe.

En efecto, entre la medianoche y la una de la mañana, los responsables de la central manipularon de tal manera sus sistemas, que crearon las condiciones ideales para que el núcleo del reactor se recalentara hasta entrar en fusión. Por supuesto, las señales de alarma saltaron en repetidas ocasiones. También es cierto que más de una vez los técnicos presentes en la sala de mando le expresaron sus temores a Anatoli Diatlov, el jefe de la planta y supervisor de la prueba de seguridad. Tampoco cabe duda de que a pocos instantes del desastre, este pronunció una frase que pasó a la historia de la infamia: “Los reactores no cometen errores, solo las personas”.

Sin embargo, es claro que ni Diatlov ni sus subalternos sabían que la planta tenía serios defectos de diseño que favorecían que el reactor se recalentara muy fácil y rápidamente. Tampoco, que esos cambios bruscos de temperatura podían suceder en zonas donde los sensores de la planta no los detectaban. En realidad, aunque se trataba de una instalación civil, Chernóbil funcionaba según una lógica vertical militar, en la que la obediencia estaba por encima de la sensatez y la lealtad a la ideología del Partido Comunista superaba el instinto de supervivencia.

A la 1:23:45 la suerte de la central estaba echada. En un abrir y cerrar de ojos, la olla a presión en la que se había convertido la planta explotó, con lo que la tapa de 2.000 toneladas del reactor voló por los aires. Esto permitió que el oxígeno entrara al núcleo del reactor, lo que desencadenó otro estallido, mucho más tóxico que el primero y también más poderoso, pues proyectó a un kilómetro de altura varias toneladas de combustible nuclear y de barras de grafito radiactivo.

Según los testigos, la escena era surrealista, y el conjunto recordaba un volcán en erupción del que salía un chorro brillante de luz multicolor. En realidad, se trataba de un arcoíris de la muerte cuyos efectos tardarán por lo menos 20.000 años en disiparse.

El Titanic soviético

Desde la posguerra, Moscú tuvo una relación ambigua con la energía nuclear. Si bien desde 1945 la Unión Soviética se había preparado para ataques como los de Hiroshima y Nagasaki, desde ese año la producción de electricidad a partir de la energía atómica se convirtió también en uno de los pilares de su desarrollo. Como decía Lenin, el socialismo consistía en “el poder de los sóviets más la electrificación”.

A su vez, la energía nuclear de uso civil era uno de los frentes en los que Moscú competía con Washington.

A los habitantes de Prípiat solo los evacuaron 36 horas después del accidente explicándoles que se trataba de algo temporal, para no alarmarlos. Y tres días después del estallido, el diario Pravda se refirió a la tragedia en su tercera página, en una breve que decía que el problema ya estaba bajo control. En efecto, el mundo solo se enteró gracias a la señal de alarma que hicieron sonar los suecos el 29 de abril, cuando los sensores de sus centrales nucleares revelaron que la atmósfera estaba llena de radiactividad. Solo ese día por la tarde el secretario general Mijaíl Gorbachov aceptó lo que ya era inocultable. Por ese entonces, la nube radiactiva ya había dejado su huella mortal en los habitantes de Prípiat y se extendía por todo el mundo y en cuestión de semanas llegó hasta Japón e incluso hasta las costas de California, a decenas de miles de kilómetros de distancia. Pronto, la cadena alimentaria de varios países del mundo se vería contaminada, y cientos de miles de personas consumirían comida con radiactividad.

Lo que siguió fue una de las mayores batallas que haya enfrentado la humanidad. También, un combate anómalo, en el que centenares de miles de personas provenientes de todos los rincones de la Unión Soviética se enfrentaron a la radiactividad, un enemigo invisible, pero implacable. Los llamaron los ‘liquidadores’, pues fueron ellos los encargados de limpiar la zona y de construir el sarcófago de Chernóbil, una estructura de hormigón armado para contener la amenaza radiactiva que representaba el corium, es decir, magma radiactivo en el que se había convertido el núcleo del reactor.

Con tal fin, tuvieron que exponerse sin la protección adecuada a altísimos niveles de radiactividad, que podían acabar con sus vidas en unos pocos minutos y afectar sus organismos a largo plazo con enfermedades que iban desde cataratas y dolencias cardiovasculares, hasta cánceres de próstata, colon, pulmón, riñón, estómago, sangre (leucemia) y sobre todo de tiroides.

Muchos de ellos eran muchachos que estaban prestando su servicio militar y decidieron cambiar tres años de combate en Afganistán por tres minutos limpiando las zonas más contaminadas del reactor. Sin embargo, un gran número de liquidadores tenía claro que se exponía a un peligro mortal, y en los momentos más dramáticos efectuaron viajes de solo ida hasta las entrañas del reactor. Ese es el caso de Alexei Ananenko, Valeriy Bezpalov y Boris Baranov, tres personajes poco conocidos que ostentan el honroso título de salvadores de la humanidad. En efecto, si ellos no se hubieran sumergido en las aguas radiactivas de los sótanos de la planta, el contacto entre ese líquido y el corium habría producido una segunda explosión, decenas de veces más poderosa que la primera, que se habría extendido a los tres reactores de la planta. El estallido habría borrado a Ucrania y a Bielorrusia del mapa y convertido a Europa en un desierto radiactivo.

Una crónica del futuro

“Si antes la tendencia general era comparar a Chernóbyl con una guerra, un tiempo después cesaron en esas afirmaciones”, dijo Alexiévich. Y, en efecto, con excepción de los escombros de la central nuclear y de un bosque que se enrojeció debido al paso del halo radiactivo, la explosión de 1986 dejó pocas huellas visibles.

Pese a que los niveles de radiación impedirán allí la vida humana durante los próximos 20 siglos, la región no parece hoy devastada. Más bien al contrario. La naturaleza luce exuberante, hay árboles entre los edificios, los bosques frondosos y las tierras no han dejado de ser fértiles. Solo los detectores de radiactividad indican que los niveles siguen siendo incompatibles con la vida humana.

Y, en efecto, es fácil pensar que como tantas tragedias, el horror de Chernóbyl cesó tras el esfuerzo heroico de los liquidadores y que la amenaza radiactiva es cosa del pasado. Sin embargo, las estadísticas son contundentes. Según el informe preparado por Ian Fairlie, un radiólogo independiente y miembro de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, 5 millones de personas siguen viviendo en zonas muy contaminadas en Ucrania, Bielorrusia y el oeste de Rusia. Además, el 42 por ciento de Europa está contaminada radiactivamente, con zonas particularmente afectadas, como el norte de Austria, el centro y el sur de Chequia, el sur de Finlandia y el oriente de Suecia.

En consecuencia, según su informe sobre los 30 años de la catástrofe (publicado a principios de este año), en esas regiones se han disparado los casos de leucemia, de cáncer de tiroides y de mama, lo mismo que la incidencia de tuberculosis, enfermedades cardiovasculares y defectos congénitos. Y según sus cálculos, se espera que en los próximos años aparezcan 40.000 cánceres en las zonas afectadas y que continúen defectos en los nacimientos. Como le dijo Fairlie a FP, “las generaciones humanas pasan, pero la radiactividad queda”. Y esa es una lucha de varios siglos, en la que, a diferencia de las guerras, solo habrá perdedores

Suecia rinde homenaje a Palme en el 30 aniversario de su asesinato

Reconocido internacionalmente por sus propuestas pacifistas y símbolo del estado de bienestar y la socialdemocracia en Europa, el primer ministro sueco Olof Palme fue asesinado en plena calle en Estocolmo el 28 de febrero de 1986.

Líderes mundiales que tuvieron muertes trágicas
En image, El entonces primer ministro Olof Palme fue asesinado el 28 de febrero de 1986 / AFP

ESTOCOLMO (EFE) – Suecia rinde homenaje hoy con diversos actos al socialdemócrata Olof Palme, dos veces primer ministro del país, en el 30 aniversario de su asesinato, un crimen que apunta hacía la DINA, los servicios secretos de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile.

Palme fue asesinado de un tiro por la espalda un viernes por la noche, cuando salía de un céntrico cine en Estocolmo acompañado por su esposa Lisbet, herida leve de un balazo, y cuando iba sin escolta, a petición propia.

El crimen tuvo un gran impacto en la sociedad sueca, que desde la muerte del rey Gustavo III en 1796 tras una conspiración de la aristocracia, no vivía un magnicidio.

El gobierno de Palme fue un decidido detractor del golpe militar encabezado por Pinochet en 1973 y cuyo embajador en Chile, Harald Edelstam, salvó la vida a centenares de disidentes en los primeros meses de la dictadura.

Palme también criticó la agresión de Estados Unidos a Vietnam y ofreció su apoyo a Nicaragua y Cuba frente al bloqueo del gobierno de Ronald Reagan.

El actual primer ministro sueco y líder del Partido Socialdemócrata, Stefan Löfven, así como la secretaria de esta formación, Carin Jämtin, depositaron una corona de rosas rojas ante la tumba de Palme en el cementerio de Adolf Fredrik de Estocolmo y guardaron unos minutos de silencio.

Los socialdemócratas, en cooperación entre otros con el Centro Internacional Olof Palme -organización que trabaja en favor de la democracia, los derechos humanos y la paz-, ofrecen un seminario en en el estaba previsto que varios ilustres miembros del partido recordaran al ex primer ministro.

Populismo en Dinamarca

  • El ascenso de un partido antiinmigración y radicalmente euroescéptico obliga a indagar en las causas del descontento.

Kristian Thulesen Dahl /AP

Dinamarca se ha incorporado a la nómina de países europeos en los que partidos populistas de derecha se han convertido en árbitros de la situación.

La consecuencia más significativa de su reciente elección parlamentaria no es que el bloque opositor centroderechista haya ganado por un escaño a la socialdemocracia gobernante, desalojando —pese a sus buenos resultados— a la primera ministra socialdemócrata. El hecho más relevante es que un partido antiinmigración y radicalmente euroescéptico, el Popular Danés (DPP), se haya convertido en el segundo del pequeño país, tras casi duplicar, hasta el 21%, su voto anterior.

Está por verse si el DPP se incorpora al Gabinete (como formaciones similares en Noruega y Finlandia) o si, como asegura su jefe, Kristian Thulesen Dahl, se limita a procurar apoyo parlamentario, pese a su espectacular ascenso. La formación de una nueva coalición gobernante recaerá así sobre el ex primer ministro y jefe de los liberales Lars Rasmussen, pese a sus peores resultados en 25 años. No será fácil. Los liberales son abiertamente proeuropeos, y el DPP es el partido que mayor inquina profesa a la UE. Para satisfacción de David Cameron, respalda entusiásticamente la reforma de la UE que pretende el premier británico.

Lo que suceda en Dinamarca merece atención. También allí la ascensión populista de ultra derecha está impulsada por un clima de opinión contrario a la inmigración o una Europa federal. Pero deberían evitarse las simplificaciones. En una democracia consolidada —y pocos peros pueden ponerse a las credenciales danesas— ¿Qué ha pasado para que los votantes estén dando un giro hacia la derecha populista dejando atrás la centro izquierda que tanto ha definido a los países nórdicos?