Tangentópoli

En 1992 un gigantesco terremoto político y social sacudía Italia, una gigantesca e inédita investigación anti corrupción contra la clase política y empresarial derivo en 1.250 condenas y pasaría a la historia como Tangentópoli.


Antonio Di Pietro (1992).
Antonio Di Pietro (1992).

El 17 de febrero de 1992 estallaba en Milán un enorme escándalo de corrupción: la detención in fragantti de Mario Chielsa, director de un asilo de ancianos, mientras intentaba deshacerse de un soborno tirando por el escusado 37 millones de liras fue el primer paso para el descubrimiento de una extensa red de corrupción que implicaba a las principales formaciones políticas del momento y a diversos grupos empresariales e industriales

La capital económica de Italia se convirtió en breve en Tangentópoli (“la ciudad de los sobornos”, en italiano), pero la trama superó en pocos meses los confines de Milán: el sistema que los fiscales habían descubierto no era una excepción local, sino la normalidad que había garantizado el funcionamiento de los partidos tradicionales durante décadas de democracia. “Lo que todos saben es que gran parte de la financiación a los partidos es irregular o ilegal. Los partidos que cuentan con grandes aparatos (…) han utilizado y utilizan recursos adicionales de forma irregular o ilegal. Si gran parte de esta materia debe ser considerada materia criminal, entonces gran parte del sistema sería un sistema criminal. No hay nadie en esta sala, responsable político de organizaciones importantes (…) que pueda jurar lo contrario”, declaraba en marzo de 1992 Bettino Craxi, líder socialista y antiguo primer ministro, principal protagonista la trama de corrupción, delante del mismo Parlamento.

Detrás del caso Tangentópoli entre 1992 y 1994, estuvo el fiscal Antonio Di Pietro, que realizó junto otros fiscales más de 3.000 investigaciones y emitió cerca de 1.250 condenas, incluso contra el propio Bettino Craxi que escapó a Túnez cuando sus juicios todavía no habían terminado previendo lo que iba a suceder. No volvió nunca más a Italia y murió en Túnez en 2000.

Con cientos de arrestos domiciliarios e internamientos en prisión, la Tangentópoli había evidenciado dramáticamente a toda la clase política italiana, supuestos rivales en lo electoral y cómplices de sobornos en la intimidad. La partidos dominantes desde el final de la segunda guerra mundial sucumbirían y la geografía política no volvería a ser la misma.

El caso italiano fue el más agudo y prototípico pero no un fenómeno aislado pues los escándalos se extendieron a otros países europeos, especialmente Francia y España. Al principio las repercusiones aunque impresionantes fueron principalmente dentro de Italia. Sin embargo, a consecuencia de ello, en el seno de la OCDE y dentro de la Unión Europea surgen grupos de trabajo contra soborno y lavado de dinero.

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